Objetos perdidos

Todo elemento encontrado en el Salón principal, va a parar a nuestro gabinete de curiosidades: el almacén. No faltan ganas de llevarlos a casa, si algo sobran son miserables, pero el dispositivo de seguridad de la sucursal hace imposible sacar cualquier cosa, fuera de las excepciones, por ejemplo, nuestros uniformes laborales y las bolsas de basura extra grandes.
Pero al menos podemos esconderlos ahí, para divertirnos en esos días y noches interminables que debemos permanecer bajo tierra por disturbios callejeros o catástrofes meteorológicas.
Fueron muchos los despedidos por intentar burlas al señor jefe, escondiendo cosas en sus gorros y ni hablar de los degenerados ocultando alimentos entre sus piernas ¿Dónde trabajarán ahora? ¿serán emprendedores, dueños de una tienda de ropa sucia y usada?

Un niño sabelotodo en los pasillos, estaba hablando de que hallaron una espada de 3000 años, no en el Salón sino en algún lugar del mundo, en Asia hay mucha cosa enterrada.
Las espadas sirven para cortar cabezas, y acá ganas no faltan ¿la sartén podría ser un arma?
Él gusta citar dos por tres a Guy Standing y sus teorías sobre la adaptación de las expectativas vitales a un empleo mudable para el cual un sujeto está más formado de lo necesario.
Por supuesto que todo reclamo del cliente será escuchado y anotado en el Registro de Objetos Perdidos de la empresa, y no dudamos en llamarlo en caso que aparezca (aunque es mejor rezarle a San Antonio, glorioso siervo de Dios, famoso por tus méritos y sus potentes milagros)
Al día siguiente alguien se encargará de pasar todos sus datos a la base de la empresa para enviarle promociones y novedades de la sucursal.


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