Agua sobre agua

¡Alegría! Llegó el arte contemporáneo a la empresa, fue lo primero que pensé. Tubos gigantes desde el techo, y hasta cortaron la calle. Hombres encapuchados colgando por las ventanas. ¡Wow!
Limpieza del tanque de agua, fue lo que me dijo el vendedor frente a la puerta con cara de Dubuffet. Salió a la vereda un rato a ‘mirar el espectáculo’, me dijo. Tuvo problemas por esto.
No dudo de la buena fe de los sanitarios en realizar su tarea, y mucho menos de la empresa en contratarlos, pero todos acá sabemos que el agua que usamos es del pozo, gracias a la bomba que absorbe las napas freáticas que pasan por debajo del hervidero. No hay mucho misterio.
De todas formas, hubo sorpresas: encontraron el drone de los comunistas de aquella manifestación de octubre ¿o mayo? Los recuerdo muy bien, repartían volantes 10x15cm en dos tintas con fragmentos de El manifiesto postrabajo, de Jonathan Cutler.
El tanque quedó impecable, otro adorno, como los paneles solares detrás de la marquesina, pero a vista de todos, a propósito.

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