Descongelar la carne

Entre todas las majaderías que se escuchan en la madrugada, una me sorprendió por su alto rigor científico. Me enteré que a los peces carnívoros de la gran barrera de coral, frente a la costa de Queensland al nordeste de Australia, le dan unos medallones de carne como las nuestras, idénticas, pero crudas, crudísimas. Una ONG va todos los días y les tiran en el medio de la nada la comida. No quise preguntar cómo verifican que la carne llega a sus adorados peces y no a buzos coreanos con redes gigantes para su posterior reventa en algún mercado.
Todo se congela o todo se pudre. Sin lugar a dudas los freezers de la empresa están fuera de control, híper congelando todo, el cambio climático llegó a las máquinas todopoderosas.
No me sorprende en absoluto, otra creación del hombre que sale mal. El síndrome discman y otros inventos.
Utilizamos la Bakery Oven Bread Machine para descongelar los socotrocos de carne, a veces funciona, muchas veces no. Cuando los resultados no son los esperados regalamos varios aderezos en la entrada principal y también en el estacionamiento. Nadie puede escapar.
¡Qué nadie se siente a comer sin su sachet en la mano! Esa es la misión, dijo el señor jefe.
Hay una frase del Che Guevara que se aplica a nuestra situación gastronómica en el hervidero: “Hay que endurecerse, pero sin perder la ternura jamás” o a la inversa.

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