Madame Bovary

“Desirée Vila Bargiela, le falta una pierna, pero tiene un corazón enorme”, dice en la portada del suplemento deportivo sobre la atleta paralímpica. 
Diga lo que diga el diario poco importa en realidad, lo que sí importa es que los filetes de pescado queden lo suficientemente bien envueltos para no pudrirse mientras esperan el llamado de la sartén. Algunos novatos intentan robarse algún diario que otro, son tan miserables como sus tatarabuelos en las minas de carbón francesas. Suerte que acá no hay diamantes, bueno allá tampoco había, solo carbón. ¿Se imaginan? si se matan por un voucher de descuento… Bajo tierra armas blancas no faltan, ni brotes psicóticos.
Nuestro sándwich de pescado no es de los menús más vendidos, pero siempre por estas fechas el salón principal se llena de creyentes ortodoxos en tiempos de recogimiento y esa aspiración a una vida magnífica. Entre sus deseos y la realidad existe una profunda fosa, tal vez un abismo, pero cada especie ve lo que necesita ver gracias a la fóvea.
Posiblemente sean devotos porque no conocieron primero el bovarismo de Flaubert y ese extraño talento de en lugar de aceptar la evidencia de una existencia sin alegría se construyen una personalidad de reemplazo. 
Como dice el señor jefe: Freud inventó la negación, nosotros el filete.

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