Chocolate

Minuto veintiocho del descanso. Nunca una buena conversación, no pidas nunca una buena conversación. Anoto en mi libreta sin que nadie me vea. Podría traerme consecuencias.
En algún lugar del universo bajó el valor del chocolate y por lo tanto añadimos más y más chocolate a nuestros postres. La clásica imagen del niño rubio con la boca sucia de chocolate ya se hizo costumbre en la entrada. Y no solamente estamos hablando de niños. Igualmente es difícil en este siglo diferenciar un niño muy obeso de otro mamífero adulto obeso en bermudas, con remera de los Simpson, medias cortas con motivos de bananas o caritas amarillas y calzado deportivo extra-grande y fluorescente ¿se mirarán al espejo antes de salir? Lo dudo.
Si piden más chocolate le ofrecemos el vaso más grande, si vuelven le ofrecemos otro aún más grande que el anterior. Son insaciables, hasta que por alguna razón tienen que volver a la aburrida rutina lejos de la sucursal. Podrían quedarse a vivir si sus celulares no sonaran.
Debajo es un verdadero pantano, tal vez se pasaron con los niveles de conservación o de refrigeración, no tengo ni idea, pero estamos todos de acuerdo (los empleados, los yacarés y hasta el guardia de servicio) que no debería haber 20cm de chocolate sobre el nivel del piso. Este verano ha sido muy ventoso, conspirando contra la proliferación de bacterias en el mar. ¿Existe alguna relación entre este chocolate de origen desconocido y las cianobacterias?
Si nos viera Peter Ludwig, el barón del chocolate, chapoteando en dulce ¡Qué bochorno!

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