La moral flexible
La productividad, yo entro a trabajar por una puerta y el señor jefe sale por la otra con la cretina de la promotora de turno. Ella en el descanso vende rifas y entradas para el cine, todo de origen dudoso. Déjate de locas pasiones: ¿cuándo voy a poder ir al cine con sonido Dolby?
La noche promete, lo primero que veo es a un vendedor-nuevo barriendo, con un moño no oficial de la empresa. Busca líos.
Hace un par de meses que hay un refugiado en el depósito, le paga el alquiler al guardia de seguridad. Nadie sabe de dónde saca el dinero para pagar, los efebos hacen monerías cuando se toca el tema. La innombrable descarga. El sexo hizo estragos en la filosofía griega.
El guardia no es efectivo porque todavía no tiene en orden los papeles en la administración, pero a los contadores les vende habanos cubanos y otras especias. Nada de chicles.
Encontré un moño debajo de un asiento en el búnker, lo tomé como un regalo de la vida. Inmediatamente llamé al emergente barrendero y le hice saber que el encargado quería suspenderlo por su vestir descarado. Me abonó lo suficiente por el moño como para poder decir “aquí no ha pasado nada”.
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