Domingo
En la entrada del trabajo un hombre-sándwich, en realidad es un empleado de la empresa suspendido, pero subcontratado para no perder la jornada. Siempre hay deudas por pagar.
Transubstanciación: pelar, pelar, pelar, cortar, cortar, cortar, papas y aceite.
En el hervidero entran por una puerta y salen por la otra, son jornadas realmente divertidas. Estamos un poco apretados, pero somos equipo, dijo con sincera alegría el señor jefe.
Lo bueno de trabajar doble turno los domingos es que no me tengo que estresar pensando que película ir a ver al cine. De todas formas, siempre me quedo dormido en la butaca.
Por otro lado, el asunto de ‘los domingos en familia’ con esto de las diversidades, familias ensambladas, disfuncionales, etc. termina siendo una buena solución (o un dogma) pasar la jornada en total soledad: mañana, tarde y noche running por el parque, mirando series de Netflix, Inc. tratar de dormir todo el día embutido en Spotify. Actualizar aplicaciones.
Analepsis: recuerdo de un delirio ‘’Era propietario de una armería llamada Feliz Domingo’’, otra alucinación, producto de aquella anestesia (?) que me dieron en la ambulancia luego de la intoxicación.
Moraleja: en el trabajo, aunque un alimento se levante rápido del suelo no se puede comer.
Arriba, niños en el pelotero. Modo “Gracias por su visita”, activado.
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