El casino
El casino suele ser sinónimo de glamour y elegancia en las películas, pero por lo visto en el salón principal esta noche de cuarto creciente es el equivalente a la decrepitud de la clase media. Son personajes infaltables a ciertas horas de la nocturnidad, son otra de las tantas desventajas de tener el casino en la esquina de la sucursal. CASINO en neón azul-violeta.
Algunos clientes piensan que siguen en el casino y tiran los dados en el mostrador de ventas. Es lógico con una temperatura media de 17,5 ºC, iluminación neutra (alrededor de 4000 grados kelvin) y el mismo track list musical es difícil darse cuenta, y más con algunos vasos de alcohol encima (sin olvidar las pastillas). Muchos usan pañales y se les nota cuando se sientan apurados en las sillas, quedando como una tercera nalga colgando por fuera del asiento. Muy desagradable.
Los juegos de azar ponen muy irritables a las personas y si tienen la desventura de ser atendidos por un vendedor erudito, sarcástico y con pareidolia aguda es casi una provocación al duelo. Al principio puede resultar divertido, pero pasadas las horas el sujeto no solamente ve caras en todas partes, sino que les habla, teniendo conversaciones y hasta discusiones con objetos y manchas en la pared. Es imposible seguirle el hilo.
Por el momento hemos evitado desgracias, regalando gaseosas extras en los menús, porque el mundo está lleno de demócratas, cristianos, y neoliberales. Amén.
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